Manolo Sarmiento: “La subordinación al poder y el poco espíritu democrático aún se mantienen”

Es 24 de mayo de 1981. Centenares de personas apoyan a la selección de fútbol de Ecuador que juega ante Chile por las eliminatorias sudamericanas al Mundial de España. Una voz con acento chileno detiene la narración del partido para anunciar que el presidente ecuatoriano Jaime Roldós y su esposa Martha Bucaram han muerto producto de un accidente aéreo ocurrido en el Cerro de Huairapungo, en la provincia de Loja. Las autoridades decretan duelo nacional y los ecuatorianos lloran la muerte del presidente que inauguró la democracia, después de una década de dictadura militar.
Esta parte de la historia marcó la vida del documentalista y periodista ecuatoriano Manolo Sarmiento (Portoviejo, 1967) que decidió indagar durante siete años los documentos históricos y judiciales del país para producir el documental ‘La Muerte de Jaime Roldós’. Durante 125 minutos Sarmiento reabre una de las historias más oscuras del Ecuador.

Manolo - Manolo Sarmiento: “La subordinación al poder y el poco espíritu democrático aún se mantienen”
Manolo Sarmiento

–¿Cómo recuerda la muerte de Jaime Roldós?
– Recuerdo estar en mi casa con mi madre, y mi padre casualmente estaba de viaje, fue él quien nos llamó por teléfono y nos dijo: hijitos se murió Roldós. Mi mamá lloraba, y en muchos hogares ecuatorianos se vivió así la muerte del ex-presidente, como si te avisaran la muerte de un pariente. Por eso me impresionó tanto. En mi casa había mucho llanto, nosotros también llorábamos sin entender mucho lo que eso significaba. La tristeza de nuestros padres era muy grande, y luego recuerdo los dos días de duelo nacional, los funerales que se transmitían en la televisión.

– Este acontecimiento lo llevó a producir la película ‘La Muerte de Jaime Roldós’, con la que obtuvo en 2014 el premio de la FNPI y otros 17 premios internacionales.
¿Qué ha pasado con la historia durante este tiempo?
– Hace poco volví a ver el documental en Bruselas con un público mixto: ecuatorianos y extranjeros, y sentí que la película no ha envejecido y me parece que el público sigue interesado en ella. No ha perdido la fuerza y la actualidad que tenía. Siento que el documental propone una reflexión, y la gente conecta con esta propuesta que no se queda en la coyuntura. Me parece que algunas decisiones que se tomaron para hacer el relato fueron acertadas; por ejemplo, no pretender probar que fue un atentado, sino partir de la duda, de dar voz a quienes hasta entonces no habían sido escuchados, como los hijos del ex-presidente. Esas decisiones hacen que el documental siga teniendo fuerza.

– ¿Fue complicado exponer la posibilidad de que la muerte de Jaime Roldós y su
esposa no haya sido producto de un accidente de avión, sino de una conspiración
del Plan Cóndor y la CIA?
– El primer consejo que recibimos cuando empezamos a hacer el documental fue de Patricio Guzmán, documentalista chileno reconocido por su obra de la dictadura chilena, y nos dijo «no traten de probar que fue un atentado porque nunca lo van a lograr, y aunque lo lograsen no es su tarea. Y si eligen ese camino siempre habrá un espectador en la sala que diga que no les cree». Así que decidimos que las afirmaciones tajantes y acusatorias habían que reservarlas para otro tipo de espacio, quizás para otro periodismo. Así que tratándose de un hecho tan lejano y sin que nosotros fuésemos policías o fiscales fue muy sano saber de entrada que ese no era el objetivo. Más importante fue contar el contexto, hablar de las reflexiones sobre la memoria, sobre el destino que tuvo el legado de Roldós y sobre lo que él intentó hacer. Y creo que finalmente es lo que la película termina afirmando.

– ¿La película ha servido para contar la historia desde un punto de vista diferente?
– No lo sé. Creo que para muchas personas sí, creo que mucha gente joven que vio la película descubrió a Roldós por primera vez. Yo no creo que al espectador hay que subestimarlo y suponer que es muy ingenuo, y creo que la película despierta curiosidad en el personaje. Yo sí creo que cambió en muchas personas la percepción que tenían de Roldós, pero no creo que el discurso histórico ha cambiado todavía, todos los tratados de historia del Ecuador hablan de que fue un accidente.

– ¿Incomodó la película al poder?
– No lo dijeron, pero en un par de reseñas que salieron en periódicos reconocidos se decía que la película era un poquito manipuladora, que no era imparcial. Las Fuerzas Armadas no dijeron nada, como era de esperarse, pero esto seguro que provocó cierto malestar en ese ámbito. Esta posición es absurda desde mi punto de vista porque ellos necesitan transparentar sus procedimientos, y que lo hicieran con un acontecimiento tan lejano pero al mismo tiempo muy importante hubiese sido bueno. Claro que incomodó.

– Y en cuanto al proceso de investigación, ¿existió algún cambio?
– Hubo un gesto, no sé en qué medida esto fue oportunista, pero hubo una declaración de la fiscalía de reabrir la investigación pero no sé en qué estado está. Esto ocurrió en los dos primeros años después de lanzamiento del documental. Fue un gesto importante, generó un titular.

– Aseguró que en ‘La Muerte de Jaime Roldós’ se pueden encontrar explicaciones del presente a través de una exploración del pasado político de Ecuador. En este sentido, ¿cómo se puede entender la situación actual del país?
– Hay un comentario que recibió la película, y justamente de Patricio Guzmán, él decía que este es un documental sobre la manera del callar ecuatoriano, sobre nuestra relación con el silencio, y creo que la película es en gran medida eso. Retrata esta incapacidad de tomar el toro por los cuernos, dimensionar y abordar los temas delicados, de ser más transparentes. El hermetismo, el secretismo con el que se manejó todo, la lealtad, la absoluta subordinación al poder militar de la época por parte del gobierno que remplazó a Roldós está retratado. La subordinación al poder, y el poco espíritu democrático aún se mantiene.

– El jurado de la FNPI aseguró que su trabajo es un ejemplo de lo que puede hacer el periodismo en el momento de enfrentarse con este tipo de historias, ¿cómo fue el
proceso de siete años de reportería y de los viajes entre Bolivia, El Salvador y Ecuador?
Fue la mejor parte de la película, un trabajo muy enriquecedor. Yo aprendí muchísimo, poder estar en contacto con muchas personas que fueron protagonistas de esta época tan intensa de América Latina fue gratificador. Me pude trasladar a esa época, entender cómo fue y eso humanamente nos enriqueció a todos.

– ¿Cómo ayudaron los viajes para madurar el guion de la película?
– La película costó muchísimo, por eso es una pieza un poco especial. Se fue haciendo sobre la marcha, había intuiciones, había algunas escenas claras que las queríamos tener, un deseo de que tenga un tono y finalmente se logra en gran medida. Pero no había más que eso, entonces la película se fue haciendo en la marcha y el montaje en los viajes, en los apuntes, en las conversaciones que teníamos. Hay una gran distancia entre la reportería de este trabajo de investigación y lo que es la película finalmente. La experiencia de cómo fue conocer a todas estas personas y la información tal vez se pueda escribir en un diario.

– ¿Y está planificando escribirlo?
– Todavía no, pero tengo ganas.

– ¿Qué historia se encuentra reabriendo actualmente?

– Trabajo en un documental sobre la iniciativa Yasuní, y una comunidad Guaraní que vivió la colonización de la Amazonía. Todavía no está bien definida, pero tiene que ver con la conquista de la Amazonía ecuatoriana.

Por Karla Crespo J.

Karla Crespo

Estudiante permanente de periodismo. Escucho, miro y hago podcast. Andariega de corazón. Me gusta escribir y copiar frases en libretas. Lo demás es irrelevante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *