Es justo y necesario

Ha pasado poco más de un año desde que Jorge Palacios salió en un canal nacional a contar ese escalofriante testimonio de cómo César Cordero se aprovechó de su posición y lo llevó a estudiar en la Escuela Miguel Ortiz con una beca para luego violarlo cuando aún era un niño: ¡UN NIÑO! Para coincidencia, esa mañana yo estaba viendo el noticiero y miré a Palacios, un hombre de más de 60 años, al que le temblaba la voz, era como si ese momento estuviera hablando el niño de 5 años, un niño que por fin estaba haciendo lo que nunca pudo: contar que había sido abusado, pedir justicia.

Nunca pudo hacerlo antes porque en esta ciudad de secretos a voces y veneración exagerada por los curas, ángeles y santos, que creen que la Virgen se apareció en el Cajas y traía un mensaje con su dialecto español pero se niegan a creer que un sacerdote  sea un pederasta y peor aún uno como César Augusto Cordero Moscoso que fundó instituciones educativas, canales de televisión y hasta hospitales.

A este hombre le sobraban placas y reconocimientos, de  hecho Palacios decidió romper el silencio públicamente porque el Concejo Cantonal iba a entregar  a Cordero la presea Santa Ana (la más importante) en las fiestas de abril de 2018 por su aporte a la educación. Esa fue la gota de derramó el vaso.

En el 2010 la Junta Cantonal de Protección de Derechos ya recibió la denuncia por parte de Jorge Palacios y lo que hicieron fue otorgar medidas cautelares para que Cordero no se acercara a niños, niñas y adolescentes, una medida que no se cumplió. Es decir, antecedentes habían como para dudar si entregar semejante insignia a César Cordero. María Palacios, hermana de Jorge, envió una carta dirigida a Marcelo Cabrera, entonces alcalde, en donde expresaba lo antiético que sería entregar dicho reconocimiento a alguien que ha cometido abusos a niños: ¡NIÑOS! Al final, fue Cordero quien se excusó de no poder recibir la presea pues por cuestiones de salud no podría asistir al evento. Lleva más de 5 años en el hospital Católico.

La Junta Cantonal no era la única que ya conocía el caso. También lo sabía Bernardo Abad, periodista de Teleamazonas a quién Palacios acudió 10 años atrás con la intención de publicar la denuncia pero por desgracia Abad resultó ser pariente de César Cordero y le dijo que no podía hacer nada.

El accionar de la iglesia es aún más decepcionante, primero en el 2010 acudieron a Luis Cabrera, arzobispo de Cuenca en ese entonces y le entregaron la denuncia. En el 2011 la hicieron llegar a la Conferencia Episcopal en la época en la que Antonio Arregui la presidía, la respuesta de la iglesia fue que Cordero tiene ese defecto (prueba una vez más de que lo sabían) y que lo que esperan es que la justicia divina lo castigue. Así nada más, así de indolentes, así de indiferentes.

Eso no es todo, otro hermano de Jorge Palacios también fue abusado por Cordero, él no aguantó vivir con eso y se suicidó. Esto evidencia que la lucha de la familia Palacios no ha sido sólo desde el 2018, ha sido desde hace años y para Jorge, como para las otras víctimas,  ha sido desde la infancia, prácticamente toda la vida. A raíz de las denuncias públicas se ha logrado que a Cordero se le retiren múltiples reconocimientos, monumentos y que Cordero sea expulsado del sacerdocio por una orden del Vaticano.

Este 17 de abril se hizo  en Cuenca una apostasía colectiva: 15 personas decidieron salir de la Iglesia Católica oficialmente. La iniciativa surgió desde Abusos de Fe, un colectivo  que busca “la verdad y justicia social para las víctimas (…) de todo tipo de abuso de fe de la iglesia católica en Cuenca y Ecuador” como lo describe su página de Facebook.

Este colectivo fue creado a finales de abril del año pasado a raíz de las denuncias públicas de Jorge Palacios contra  César Cordero quien fue sacerdote por más de 50 años y en calidad de sacerdote abusó sexualmente de Palacios cuando él tenía 5 años. Los abusos duraron toda la primaria. Palacios no es la única víctima, hay muchas más. La iglesia lo sabe, la iglesia lo supo siempre y parte de la cuencanidad también: “secreto a voces” decían.

La apostasía colectiva fue noticia y salió en un periódico local que además difunde sus noticias por redes sociales, ahí es en donde surgió la polémica. “Polémica” entre comillas porque sólo viene de la comodidad que da un teléfono celular o una tablet. Los comentarios iban más o menos así: “¿por qué sacan eso? eso no es noticia, ya no tienen qué publicar”. Y bueno, la verdad es que en una ciudad tan católica y curuchupa como Cuenca, eso sí es noticia. Habían otros que decían que por qué no sacan las cosas buenas que hace la iglesia. ¿En serio? !Por favor! La iglesia tiene a los medios de comunicación cada vez que le da la gana, cuenta con un espacio semanal en uno de los periódicos de mayor circulación en la ciudad. Además, tiene emisoras de radio y La luz del domingo con un tiraje de casi 30 mil ejemplares cada semana en donde manifiestan sus conservadores mensajes.

Luego estaban los indignados y los que sentía “pena por estos chicos”, ¿de verdad? Algunos de esos comentarios venían de personas que conozco y que jamás se han pronunciado sobre el tema del pederasta Cásar Cordero. Me pregunto, ¿eso no les indigna?, ¿cuántas veces más tendrá que repetir Jorge Palacios su testimonio para que sientan un poquito de empatía (o esa pena que sienten por los apóstatas) por él?

También estaban los que decían que la apostasía era una cuestión de milenials que quieren llamar la atención (ojalá les llame la atención y se permitan cuestionar sus dogmas un poquito) y que si no crees en algo no es necesario hacer trámites, simplemente no crees y ya. Estoy de acuerdo, sin embargo la Iglesia no funciona así, cuando te bautizan tú pasas a formar parte de las estadísticas de ella con ese papelito que se llama Fe de bautizo en donde consta el lugar donde te bautizaron, cuándo y hasta quiénes son tus padrinos. Esos papeles son más o menos el equivalente a la afiliación a un partido político, por ende es lo que le da legitimidad a esta institución porque así puede decir que son millones los miembros de su iglesia por más que esos miembros tengan apenas meses de nacidos y aún no sepan ni hablar. Sólo piensen un momento, es una estrategia muy buena, te bautizan cuando no tienes idea de nada y te adoctrinan el resto de la vida y la iglesia sigue teniendo poder. Ese poder que se refleja clarito en César Cordero que violó a niños: ¡NIÑOS! Esos que la Biblia dice que hay que proteger y que la iglesia canta “dejad que vengan a mi”. Lo hizo y se mantuvo impune porque tenía todo un sistema que lo encubría porque quién va a juzgar a taita cura, quién va a dudar. Hasta el día de hoy hay gente que lo defiende y no  puede o quiere creer.

Entonces la apostasía es la forma de decirle a la iglesia: yo no soy como ustedes, ustedes no tienen nada que ver con Dios, yo no quiero ser parte de una iglesia abusiva que hace lo contrario de lo que profesa, que tiene privilegios y se aprovecha de ellos y que después de comprobar los abusos no ha tenido la mínima intención de por lo menos pedir disculpas.

Claro que es una medida tomada a modo de protesta por este caso específico del exsacerdote pero no piensen que es un caso aislado, en el programa Visión 360 de Ecuavisa que se transmitió hace un año se lograron cuantificar 103 denuncias sobre abuso por parte de la Iglesia a nivel nacional,  y a nivel internacional las cosas no son diferentes (ver Spotligth o Examen de Conciencia) ¿No es suficiente? Bien dicen que la fe es ciega, pero además sorda y muda en estos caso.

Y bueno, por ahí también hablaban del respeto, sí: el respeto, ese que la Iglesia no ha tenido nunca pero que ha exigido. Ese que tienen por figuras inertes de altar pero como la historia ha mostrado no han tenido por las brujas a las que quemaban, a la comunidad LGBTI y a los niños y niñas, en fin.

Lo que hay que dejar claro es que nada es contra los creyentes. De hecho, yo le tengo mucha fe a las oraciones de mi madre y de mi suegra, recibo sus bendiciones y las siento como un verdadero manto protector, pero eso va más allá de pertenecer a una religión. No se dejen confundir, ser o no creyente (católico en este caso) no es sinónimo de ser mejor o peor persona.  Mis abuelos, pero sobre todo mis abuelas eran muy creyentes y practicantes y es doloroso ver cómo jugaron con su fe. Mi familia como la de muchos está llena de creyentes y -personalmente- es por eso aún más justo y necesario tomar acciones por más simbólicas que sean para que una ciudad como la nuestra se empiece a cuestionar, deconstruir, desmitificar. Honestamente no entiendo por qué los católicos se ofenden con los apóstatas, ¿no es mejor que la iglesia se libere de quienes no se sienten parte de ella?

Lo bueno es que los comentarios no eran en su mayoría negativos y eso refleja que la sociedad rechaza cada vez más los abusos de la iglesia. De hecho, muy pronto se viene una nueva apostasía y esta vez a nivel nacional y eso no parará mientras la iglesia siga así: sin hacer un mínimo intento por autoevaluarse y empezar a practicar lo que ellos mismo profesan. Ya es hora de que la Iglesia empiece a golpearse su propio pecho, porque es justo y necesario.

Daniela Idrovo

La Daniela de los 4 ríos de Cuenca. Periodista y Gestora Cultural en formación.

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