La propuesta es entonces, pensar en que la identidad no está determinada por cuestiones como la raza, es más bien producida en la historia (García Canclini, 1983) planteando ir más allá de la pluri o multiculturalidad que se limita a la tolerancia, aceptación de existencia y respeto para apuntar a la interculturalidad que “alienta, más bien, un proceso y proyecto social político dirigido a la construcción de sociedades, relaciones y condiciones nuevas y distintas de vida” (Walsh, 2012, p.118).
Esto, tomando en cuenta que la constitución del Ecuador dice en su artículo primero que “el Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico”. En este sentido se puede analizar lo que Rivera Cusicanqui ha denominado lo ch’ixi “una palabra que le ha permitido abordar el mestizaje como categoría emancipadora” (Cacopardo, 2018, p. 179). Ch’ixi significa gris, que contiene blancos y negros, de lejos crean un tercer color, pero de cerca siguen siendo blanco y negro, nunca se fusionan (Cacopardo, 2018).
Existen algunas propuestas que rompen con ese imaginario, con esa contradicción y aparecen como elementos reinvindicativos. Uno de esos ejemplos es la puestas en escena de un grupo de feministas cuencanas que usaron esa fuerte carga identitaria y tradicional para pronunciarse a favor del aborto, por ejemplo.
Mujeres que tejen cholitas o ilustradoras que retratan cholas cuencanas sin la intención de folclorizar. Son algunas de las propuestas que apuntan más bien a una mirada que se aleja de la carga colonial.