En los espacios generados por las riveras, así como en sus alrededores, existen varias edificaciones comerciales, residenciales, pasos peatonales, canchas, máquinas para ejercitarse y senderos listos para transitar e intentar recuperar la normalidad que nos ha arrebatado la pandemia, sin embargo, estos espacios aún no se encuentran del todo “normales”. Se puede ver el césped crecido e invadiendo los senderos, las ramas de los árboles que no han sido podadas, pasos a desnivel llenos de arena que el río dejó en su última crecida y que obliga a los ciclistas a bajarse y caminar el tramo, tramos de senderos que el río ha erosionado y hojarasca que invaden las canchas y veredas de cemento.
A pesar de los peligros que implican re-habitar espacios públicos en un contexto de crisis sanitaria, el anhelo de volver a los hábitos propios de la zona ha vencido en la mayoría de las personas que rodean estos micro-ecosistemas urbanos. Existen también personas que se mantienen en confinamiento y prefieren continuar con sus actividades puertas adentro.
Son estas las imágenes que impregnarán la nueva realidad de un ecosistema que busca rehabilitarse y adaptarse configurando nuevas formas de interacción y dinámica social así como una responsabilidad conjunta por el cuidado de estos espacios y de las personas que lo ocupan.