Las huahuas y la corona
Un montón de mujeres, todas con corona, cuelgan de la pared de la oficina de la Fundación Reinas de Cuenca. Son más de 30 retratos, algunos en blanco y negro. Rostros sonrientes con ropa y peinados que representan la moda de distintas épocas.
Mientras espero en la pequeña, pero elegante salita de la fundación, veo los retratos y pienso en el motivo que me trajo aquí: la elección de una mujer que cumpla con ciertos requisitos para ser la representante de la ciudad, que se encarga de hacer labor social y que para eso deba estar siempre impecable y con una corona en la cabeza.
Había escuchado algunos datos que me sorprendían, como que algunas candidatas llegan a gastar miles de dólares para contratar a un missólogo o cualquier otro entendido en preparar a reinas. Pensaba, también, en cuál es el costo de un evento como la gala de elección, quién lo paga y en cómo estos certámenes encajan en una sociedad como la cuencana, en la que seis de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia.
La llegada de Doménica Cobo, quien con 19 años fue elegida Reina de Cuenca 2016-2017, me regresó a la salita. Durante el último año, la exreina apareció en medios de comunicación, anuncios y redes sociales, tenía una sonrisa inocente: una chica linda, alta y esbelta, que habla con mucha seguridad. En persona puede llegar a intimidar. Ese día no llevaba maquillaje y por eso no quería ser fotografiada.
Ella es la reina número 52 de la ciudad y su tarea final es organizar el evento para la elección de su sucesora. No hay registros –oficiales o no- del certamen Reina de Cuenca, pero en la biblioteca municipal está la foto de la primera mujer que llevó ese título. Se la conoce como Lola I, fue designada en noviembre de 1924 sin elección, y su reinado duró tres años. En 1927 aparece una nueva reina, Luz María Cordero. Este reinado duró siete años.
Verónica Neira, una joven licenciada en Lengua y Literatura, está haciendo su tesis de maestría sobre la construcción de la belleza en este certamen, de manera histórica, en relación con clase, raza y religión. Ella estuvo presente en las etapas del concurso del año anterior y de este. Dice que la lógica del evento ha cambiado mucho durante los años: “antes, las empresas públicas o privadas ponían las candidatas, las auspiciaban y la chica que más fondos recaudaba era la ganadora”. Existieron, también, unas tres elecciones con votación popular; las urnas se colocaban en el Parque Calderón y quienes querían votar tenían que pagar un sucre.
Antes, el certamen era organizado por Acción Social Municipal, pero desde el 2012 lo hace directamente la Fundación Reinas de Cuenca. En ese año, también, la elección empezó a ser más democrática, pues las candidatas dejaron de ser “apadrinadas” por empresas y podían ingresar mediante inscripciones abiertas. El concurso sigue cambiando. De hecho, cada año es diferente y depende de la reina de turno que es -también- la presidenta de la fundación.
Requisitos para ser candidata a reina de Cuenca
Los requisitos de este año eran: ser cuencana de nacimiento, tener de 18 a 25 años (este año subió, antes era hasta 23), ser mínimo bachiller, tener amplio conocimiento y cultura general de Cuenca y del mundo, no tener relación hasta cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad con alcalde, concejales, gerentes y directores de empresas públicas, ser soltera, tener experiencia en labor social, medir 1,65, presentar un proyecto social y la hoja de vida.
Las candidatas se postulan y tienen una entrevista, que, según Doménica Cobo, es como una entrevista de trabajo. De esta se encargan algunas personas, a veces exreinas y la reina vigente. Esta última elección la hicieron también un fotógrafo y un diseñador. No hay un profesional en trabajo social o alguien que en la entrevista pueda determinar qué tan factibles son los proyectos presentados.
Hay algunas candidatas que son invitadas y que no pasan por este proceso inicial. Doménica me contó que a ella la habían invitado dos veces, la segunda aceptó. A Luly Ochoa, una candidata del año anterior, la fueron a visitar a su casa para hacer una invitación formal. Mientras que, ese mismo año, Anabelle Rodas, una productora de moda, había puesto todo su empeño en crear un proyecto social relacionado con la salud mental. Se inscribió, armó su carpeta y fue a la entrevista, dice que más se demoró en bajarse del carro que en responder las pocas preguntas que le hicieron.
Pasaron dos semanas y Anabelle estaba a la espera de una respuesta que no llegaba. Hasta que un día le llamaron: era una chica que quería sus servicios como asesora de imagen pues era una candidata a reina de Cuenca. Esta chica le dijo que tampoco había pasado por ninguna entrevista, que fue recomendada por alguna exreina. Cuando Anabelle, indignada, cuestionó esta situación le respondieron que “eso siempre pasa, que hay candidatas que entran directo porque son recomendadas”. Nunca le llamaron ni le dieron las razones por las que no fue seleccionada, hasta hoy espera que alguien le explique por qué no calificó.
Verónica dice que no es un secreto para nadie que el certamen es “un tanto elitista, aunque ahora menos”, y que las recomendaciones “a veces son necesarias porque no es fácil sacar ocho candidatas”. Muchas chicas se cohíben de participar porque tienen la idea de que el concurso está “amarrado”, algo que para ella – que ha estado dentro- no es cierto. La acogida aumentó y se presentaron más carpetas después de que, en el 2014, ganara Daniela Balarezo, pues ella rompía un poco con la norma: venía de una tiquis rural, El Valle, y de un colegio fiscal, cuando cerca del 80% de las reinas ha salido de las Catalinas y las aspirantes siempre son de colegios particulares.
Las chicas que son seleccionadas se preparan con clases de dicción, oratoria, baile, maquillaje y pasarela, este año también tuvieron clases de yoga. El siguiente paso es la presentación oficial de las candidatas y ahí empieza un sinnúmero de visitas a lugares turísticos, restaurantes, medios de comunicación, empresas públicas y privadas. El evento abre las fiestas de Cuenca. Un jurado de cinco personas es el encargado de tomar la decisión, y lo decide la reina saliente; las candidatas no saben quiénes lo conforman hasta el día de la elección.
Verónica dice que hubo reinas que “hicieron poco o nada”, porque no tenían que rendir cuentas. Sólo después de que se crea la Fundación Reinas de Cuenca, en 1995, con estatutos que determinan la elección mediante un jurado, se establece la obligación de una rendición de cuentas.
La reina 52, Doménica, dice que ha sido un año de entrega y aprendizaje completo, que siempre faltan actividades por hacer, pero que se va satisfecha por la labor. Su proyecto se enfocó en el ámbito nutricional de niños, ayudó a personas con campañas visuales y odontológicas. Trabajó con el centro de adolescentes infractores de Cuenca, con las mujeres de los mercados, y realizó muchos agasajos en fechas especiales. La Dirección de Desarrollo Social del Municipio les da 12.000 dólares para cubrir gastos de oficina, que es el pago de una secretaria y el resto “va destinado a la causa”. También se hace gestión para sacar fondos durante todo el año.
Doménica duda un poco y le pregunta a la secretaria:
–Nosotros ¿cuánto habremos sacado en total, unos 15 mil?
-No, más. Responde ella.
-Nosotros habremos sacado unos 15.000 más. Aproximadamente 30.000 entre toda la gestión.
Dice que el evento cuesta mucho y que para poder realizarlo no sólo se gestiona dinero si no también productos de distintas empresas.
-Hay empresas que entran dándonos beneficios, regalos, cosas para las chicas mientras son candidatas. Este año tenemos empresas que nos están dando cosas para la reina y la virreina, y también empresas, sobre todo las públicas, aquí sí mencionar, el 100% del apoyo de la Alcaldía con las empresas grandes sobre todo, como son ETAPA, EMOV, EDEC, EMAC, Farmasol, ellos entran con dinero.
Las empresas públicas que deciden ser parte del certamen lo hacen comprando un paquete publicitario, por ejemplo la EMOV compró un paquete de 6.000 dólares, la EMAC uno de 8.000.
-¿Cuánto cuesta el evento? Le pregunto.
-Es un tema medio confidencial. Pero es caro el evento.
-¿Por qué es confidencial?
-Porque la gente puede malentender y no es solamente lo que cuesta, nosotros gastamos un rubro, yo te puedo decir un aproximado de 50.000 dólares, más lo que se autogestiona, el evento cuesta unos 100.000 dólares para la ciudad. Yo intento mantenerlo en reserva para que la gente no piense que uno, en vez de hacer obra social, está dedicado a hacer un evento de la elección de la Reina de Cuenca, pero no se da cuenta, por otro lado, que la elección tiene ciento y pico de años de trayectoria, es un tema tradicional, pregón de las fiestas de Cuenca.
-Es un costo alto.
-Sí. Pero la ciudad se merece eso. Yo no puedo, por dejar de gastar la plata que nos cuesta, hacer que el evento tenga una menor incidencia y que se quede por debajo del reinado de Guayaquil o de Quito y no es un tema de competencia es un tema de que la ciudad se posiciona también por el evento Reina de Cuenca.
Por ejemplo, la transmisión en vivo, que hace Telerama, cuesta 8.000 dólares y el montaje del escenario 15.000. La corona de la reina es donada por la Asociación de Joyeros del Azuay por iniciativa propia y tiene un costo de 4.000 dólares. Juan Orden, el presidente de la Asociación dice que con esto buscan que se conozca a su gremio y promover talleres para transmitir los conocimientos de este oficio a los más jóvenes, porque se están quedando sin compañeros.
Por otro lado, diseñadores y diseñadoras tienen al certamen como una vitrina para mostrar su talento. En este caso CASA FARAH dona las telas -valoradas en unos 5.000 dólares- para que los diseñadores hagan el vestuario para la presentación de las candidatas y la noche de la elección esta ropa se queda con ellos. Sólo el vestido de gala tiene que ser pagado por la candidata, quien tiene la libertad de escoger al diseñador que prefiera.
Las candidatas tienen que esforzarse para agradar a todos, recibir clases para hablar bien, caminar bien, bailar bien y maquillarse bien (todo esto con tacos); ir al gimnasio, visitar a los auspiciantes, sonreír todo el día, salir lindas en las fotos y además continuar -o al menos tratar- con su vida normal.
Y necesitan también una inversión importante, pues siempre deben estar bien vestidas, bien maquilladas y mínimo tienen que gastar en el diseño de un vestido elegante para la noche de gala. Luly dice que una aspirante necesita por lo menos unos 5.000 dólares. No todas gastan los mismo, hay quienes invierten un poco más porque deciden tener una mayor preparación, como ella, que contrató a Sandra Vélez, presentadora de noticias de Telerama, para que le diera clases privadas de oratoria para hablar en público.
La reina de Cuenca recibe un sueldo de 675 dólares, es decir 8.100 al año, más los décimos. De este pago se encarga el Municipio. Además los auspiciantes las llenan de premios: viajes, dinero en efectivo, tratamientos estéticos, ropa… La mayoría de reinas dejan sus estudios para dedicarse completamente a la Fundación y muchas dejan de lado su vida social porque, como dice Verónica, “la sociedad cuencana es medio complicada y siempre están expuestas a que las juzguen si se van a una disco, si se toman un trago, si bailaron…”
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Un día después de la elección de la nueva reina de Cuenca, #LasHuahuas todavía era tendencia en Twitter. Se trata de una etiqueta que apareció en la red social hace algunos años, que sirve para comentar el concurso y se vuelve popular en cada elección.
Este año la etiqueta inundó Twitter con comentarios ofensivos, la mayoría escudados en el “humor”. Un reflejo del sistema machista en el que aún estamos estancados: mujeres juzgadas y violentadas porque no cumplieron con el estándar o estereotipo -en este caso- de belleza. Que una etiqueta se vuelva tendencia significa que hay muchísima gente hablando de lo mismo, prestando atención a lo mismo, es decir, un certamen de belleza es un espacio en donde las mujeres tienen más visibilidad. Y todo lo que las candidatas digan o hagan puede tener impacto social.
Unos días después, apareció un video de la elección de Miss Perú, con las candidatas dando cifras de femicidio como respuesta a la pregunta de cuál son medidas. María José Machado, activista, defensora de los derechos de las mujeres y exdirectora del departamento del Departamento de Equidad y Género del Municipio de Cuenca, escribió un texto muy oportuno que me dejó con esto bailando en la cabeza: “los concursos de belleza son violencia sutil. Son los que dicen que una linda mujer es esto y que castigan a todas las que no son el modelo físico y moral de la reina. Porque para ser reina no solo hay que ser guapa: hay que estudiar, hay que ser soltera (sin hijos, obvio) hay que mantener el peso y cuidado con quedarse embarazada. Son profundamente violentos y moralizantes”.
Le pregunté a Doménica si cree que los concursos de belleza refuerzan estereotipos en la mujer y ella respondió:
-Yo creo que existen concursos de belleza que no tienen un enfoque social, no los comparto, tampoco discrepo, creo que existirán puntos de vista en el por qué los realizan. No creo que hay un estereotipo específico de mujer. Yo este año he trabajado inclusive con la reina LGBTI, soy una persona super inclusiva, abierta al 100% en mentalidad. Yo creo que cuando uno está en una posición pública, (…) esta también es una posición pública casi como un concejal, uno tiene que hacer un trabajo en pro de la gente. Si te dedicas a tener una banda y tomarte fotos, para mí, no tiene sentido.
También me dijo que no se considera feminista, que cree que “los derechos son igualitarios para la gente, (…) que sí existen diferencias entre las cosas que las mujeres y los hombres hacemos, no en el tema laboral, pero en el tema de la casa. Las personas son valiosas en el campo en el que estén y no todo el mundo tiene las mismas aptitudes (…)”
Verónica cree que todo el trabajo social que ha hecho Doménica es increíble, que nunca pensó que una reina podía llegar a tanta gente. En su video de despedida consta que ayudó a 20.000 personas. Hay mucha gente que piensa que no se necesita ser reina para hacer labor social y bueno sí, es verdad, pero con la lógica de Verónica ser reina es de mucha ayuda: con una corona en la cabeza te prestan atención y es más fácil conseguir apoyo económico. En sus palabras: “intenta hacer labor social por tu cuenta, anda a hablar con gerentes de empresas a ver cuántos te dicen sí”.
El 28 de octubre, Pamela Malo fue elegida Reina de Cuenca 2017-2018 y en una entrevista dijo que entre sus planes de trabajo está incluir a los adultos jubilados en el mundo laboral, vendiendo los productos que ellos realizan y en el tema de mujeres, realizar capacitaciones para entrevistas laborales y talleres de defensa personal.
Según la página de Facebook de la Fundación Reinas de Cuenca, su misión es “la planificación y desarrollo de actividades de asistencia social, encaminadas a la protección de niños, jóvenes y ancianos desprotegidos, velando por su salud, educación y formación integral que les permitirá un normal desenvolvimiento y participación en la sociedad”. Lo que no dice es por qué para eso es necesario elegir a una mujer muy guapa, con cierta estatura (¿las mujeres pequeñas no tienen la capacidad?) y otras características que serán calificadas por un jurado que este año constó de dos diseñadores, dos ex reinas y un productor de varios reinados del país. ¿Cómo se alinea eso con la misión de la Fundación?
Al final me queda la inquietud ¿Cuántos retratos más se colgarán en la pared? ¿Cómo serán esos rostros (y no me refiero solo al físico)?
Este trabajó se realizó con el aporte de nuestras pasantes: Jacqueline Anguisaca y Michelle Paucar, de la Universidad Politécnica Salesiana.
Muy buena entrevista, mostrando un poco más el lado que no se mira.